A los 18 años, muchos jóvenes deben hacer una de las elecciones más importantes de su vida: definir qué estudiar. Sin embargo, para algunos puede ser una decisión muy complicada, sobre todo si el adolescente está inseguro y siente la presión de sus padres.
Para la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, Carmen Gutiérrez, lo que primero que hay que ver es que esta indefinición no sea síntoma de otro problema. “Si una persona que ya salió de cuarto medio no sabe a esta altura de su vida lo que quiere, lo que le gusta, para qué es bueno o para dónde va su vocación, independientemente de su resultado en la PSU, pensaría que esa duda es reflejo de otra realidad, como el desconocimiento personal de cuáles son sus habilidades o de que tiene dudas existenciales mucho más importantes”, indica.
La psicóloga agrega que lo primero que se debe hacer en estos casos es no estigmatizar ni demonizar esta situación. “El ‘no saber’ debe tomarse como una señal de una búsqueda, de una necesidad o de una pregunta que la persona no se está formulando adecuadamente y que, por lo tanto, no sabe ni siquiera la respuesta que está buscando o bien no sabe incluso si está o no buscando”, señala la docente.
Dicho eso, la experta de la Universidad del Pacífico plantea que “lo primero es tomarlo como un proceso de crecimiento y de desarrollo propio de la situación vital normal de esta persona. Por lo tanto, se recomienda ponerse activo en término de buscar las respuestas y en eso una cosa muy relevante es definir un plan de acción que signifique objetivos, propósitos, estructura y rutina. O sea, si yo no sé qué hacer, lo peor que puedo hacer es no hacer nada y dedicarme a levantarme para estar desocupado”, advierte enfática la experta.
Dentro de estas posibles acciones están el ponerse a estudiar, viajar por el mundo, etc., porque Carmen Gutiérrez dice que lo primordial es formular un proyecto de vida. “Eventualmente una alternativa podría ser estudiar un programa propedéutico o un bachillerato, pero en el fondo lo importante es que esta persona esté activa e inquieta personalmente para poder llegar a develar o escuchar cuál es la pregunta que necesita para la respuesta que no tiene lo suficientemente clara”, comenta.
Frente a la posibilidad de estudiar algún curso formal, la especialista señala que puede ser una vía en casos puntuales. “Es una alternativa a considerar en el caso de que se asuma que el estudio formal, más que un sentido vocacional, tiene un sentido de hábito, de ejercitación o de rutina. Por lo tanto, la pregunta es si la familia podría estar dispuesta a financiar un año de estudio de su hijo, sabiendo que está corriendo con un 50% de riesgo de que ese podría ser o no su futuro”, aclara.
Por lo mismo, si el joven tiene en vista estudiar una carrera de educación superior a futuro, Gutiérrez sugiere un preuniversitario o bien un programa de bachillerato. “Es decir, un estudio corto, que en sí mismo le signifique la obtención de algún reconocimiento, perfeccionamiento, capacitación o un logro. Ello, porque en la medida que la persona logra algo concreto, tiene la oportunidad de verse a sí mismo esforzándose por algo y, por lo tanto, va a poder mirar otros aspectos y dimensiones de sí mismo, y ver quién es él y qué está buscando. Además, si no hace nada podría deprimirse y consecuentemente pensar que no sirve para nada, lo que le demandará un camino mayor y mucho más largo”, asegura.
Sobre la conveniencia de apoyarse con algún orientador vocacional o psicólogo, la especialista indica que siempre es bueno, porque jamás uno tiene la distancia emocional para verse con más objetividad. “Es bueno buscar a otro para mirarse, porque tenemos puntos ciegos. Además, no hay que verlo como una patología, sino como una oportunidad distinta, porque en la medida que la sociedad se ha ido complejizando, uno tiende a pensar que todo pasa por el estudio, y la verdad es que la realidad muestra que hay otros caminos como emprender, hacer negocios, etc.”, acota
Tips para decidir qué estudiar
Frente a la realidad de que muchos jóvenes querrán decidirse en este corto tiempo por alguna opción educacional, la psicóloga Carmen Gutiérrez plantea que si bien es complicado hacerlo en forma apresurada, se puede indagar vocacionalmente a través de un análisis de las aptitudes, intereses y habilidades. “Estas son áreas en donde la persona debiera mirarse, preguntándose qué le gusta hacer, qué le motiva y entretiene, en qué está dispuesto a pasar horas para lograr una meta, en qué es bueno y dónde están las habilidades que le permitan estudiar algo de esa área que le dé una satisfacción personal”, comenta.
Para facilitar esta indagación personal, la directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico señala algunos tips que pueden servir: