No han sido pocos los que han pronosticado, con aviesa clarividencia, el declive del cine de superhéroes desde hace años. Son aquellos que añoran los tiempos cuando la taquilla no dependía principalmente de personajes con capa o salvadores mesiánicos de la tierra y el universo.
En este momento, quienes ven con desdén el triunfo de los filmes de superhéroes, aseguran que hay señales que confirman sus pronósticos: el género habría entrado en fase de agotamiento.
Lo cierto es que el revés que han sufrido recientemente, por un lado, Ant-Man and The Wasp: Quantumania de Marvel y por el otro, ¡Shazam! La Furia de los Dioses (Shazam! Fury of the Gods) de DC Studios, han hecho sonar las alarmas de las dos principales casas productoras.
La primera cinta, luego de un prometedor estreno en EE. UU., tuvo una estrepitosa caída de ingresos de 70% en su segundo fin de semana, debido a la mala promoción “boca a boca” entre el público. En los primeros 39 días de proyección acumuló $470 millones -cifra que no ha permitido generar ganancias y apenas cubre el total de costos de producción y marketing.
El caso de ¡Shazam! es aún más dramático para DC. En los primeros 11 días de su recorrido por los cines ha acumulado $102,4 millones a nivel global. El presupuesto de la cinta fue de $125 millones por lo que desde ya se podría calificar como uno de los mayores fracasos de género.
¿Son estos indicios del desgaste inminente de las películas de superhéroes, o es apenas un escollo que puede ser corregido a futuro?
La respuesta no es tan sencilla.
En 2019, el estreno de Avengers: Endgame, la épica conclusión de la Fase 3 del Universo Cinematográfico Marvel (UCM), significó la cima del género, convirtiéndose por un tiempo, en el filme más taquillero de la historia.
Luego de más de una década de éxitos, la fórmula ideada por el productor Kevin Feige, cabeza de Marvel Studios, parecía más incombustible que nunca y los ejecutivos de Disney se frotaban las manos frente al prometedor futuro que ofrecía su gallina de huevos de oro.
Al poseer los derechos de una vasta galería de personajes creados el siglo pasado -principalmente a partir de la década de los 60’ con el auge de Marvel Comics-, las posibilidades parecían infinitas.
Entonces en 2021 se apostó por poner toda la carne en el asador. El ambicioso proyecto de la Fase 4 abarcaba ocho series transmitidas vía streaming por Disney Plus y siete películas. Un volumen significativo de productos en comparación con la Fase 1 que inició en 2008 con Iron Man y acumuló seis cintas hasta 2012.
La Fase 2 del UCM, que se desarrolló del 2013 a 2015, también contó con seis filmes, mientras en la Fase 3, transcurrida entre 2016 y 2019, se lanzaron 11 películas -llegando a estrenarse tres por año.
La desaparición de la formación original de los Vengadores -con la muerte de Iron Man (Robert Downey Jr.) y el pase a retiro del primer Capitán América (Chris Evans)-, llevó indefectiblemente al surgimiento de una nueva alineación con más superhéroes. Muchos más.
Era una apuesta arriesgada. Principalmente porque desafiaba abiertamente la capacidad de saturación de los espectadores. Había confianza, qué duda cabe. Pero era necesario experimentar, innovar y no repetir las mismas recetas para no aburrir.
No obstante, abarcar demasiado fue el inicio de la crisis.
La Fase 4 comenzó con buen pie, y en momento adecuado. La primera serie fue WandaVision, estrenada en enero de 2021, en pleno auge de la pandemia de Covid, cuando la gente demandaba más y más entretenimiento casero. La innovara propuesta – que emulaba el formato de las sitcoms clásicas de la pantalla chica- fue bien recibida.
Los problemas vinieron después. Falcon y el Soldado del Invierno (The Falcon and The Winter Soldier), dividió opiniones y fue cuestionada por su irregular ritmo y menos inspirada propuesta. En este punto, la confianza y expectativas de los fans se mantenían.
Con Loki, estrenada a mediados de 2021, Marvel volvió a remontar, quedando claro que el tema del Multiverso sería la columna vertebral de lo que veríamos en los próximos años.
La serie animada What If…?, a pesar de algunos episodios de excelente factura pecaba de cierta desconexión, sin una dirección clara sobre hacia dónde iba la nueva avalancha de productos.
No han sido pocos los que han pronosticado, con aviesa clarividencia, el declive del cine de superhéroes desde hace años. Son aquellos que añoran los tiempos cuando la taquilla no dependía principalmente de personajes con capa o salvadores mesiánicos de la tierra y el universo.
En este momento, quienes ven con desdén el triunfo de los filmes de superhéroes, aseguran que hay señales que confirman sus pronósticos: el género habría entrado en fase de agotamiento.
Lo cierto es que el revés que han sufrido recientemente, por un lado, Ant-Man and The Wasp: Quantumania de Marvel y por el otro, ¡Shazam! La Furia de los Dioses (Shazam! Fury of the Gods) de DC Studios, han hecho sonar las alarmas de las dos principales casas productoras.
La primera cinta, luego de un prometedor estreno en EE. UU., tuvo una estrepitosa caída de ingresos de 70% en su segundo fin de semana, debido a la mala promoción “boca a boca” entre el público. En los primeros 39 días de proyección acumuló $470 millones -cifra que no ha permitido generar ganancias y apenas cubre el total de costos de producción y marketing.
El caso de ¡Shazam! es aún más dramático para DC. En los primeros 11 días de su recorrido por los cines ha acumulado $102,4 millones a nivel global. El presupuesto de la cinta fue de $125 millones por lo que desde ya se podría calificar como uno de los mayores fracasos de género.
En 2019, el estreno de Avengers: Endgame, la épica conclusión de la Fase 3 del Universo Cinematográfico Marvel (UCM), significó la cima del género, convirtiéndose por un tiempo, en el filme más taquillero de la historia.
Luego de más de una década de éxitos, la fórmula ideada por el productor Kevin Feige, cabeza de Marvel Studios, parecía más incombustible que nunca y los ejecutivos de Disney se frotaban las manos frente al prometedor futuro que ofrecía su gallina de huevos de oro.
Al poseer los derechos de una vasta galería de personajes creados el siglo pasado -principalmente a partir de la década de los 60’ con el auge de Marvel Comics-, las posibilidades parecían infinitas.
Entonces en 2021 se apostó por poner toda la carne en el asador. El ambicioso proyecto de la Fase 4 abarcaba ocho series transmitidas vía streaming por Disney Plus y siete películas. Un volumen significativo de productos en comparación con la Fase 1 que inició en 2008 con Iron Man y acumuló seis cintas hasta 2012.
La Fase 2 del UCM, que se desarrolló del 2013 a 2015, también contó con seis filmes, mientras en la Fase 3, transcurrida entre 2016 y 2019, se lanzaron 11 películas -llegando a estrenarse tres por año.
La desaparición de la formación original de los Vengadores -con la muerte de Iron Man (Robert Downey Jr.) y el pase a retiro del primer Capitán América (Chris Evans)-, llevó indefectiblemente al surgimiento de una nueva alineación con más superhéroes. Muchos más.
Era una apuesta arriesgada. Principalmente porque desafiaba abiertamente la capacidad de saturación de los espectadores. Había confianza, qué duda cabe. Pero era necesario experimentar, innovar y no repetir las mismas recetas para no aburrir.
No obstante, abarcar demasiado fue el inicio de la crisis.
El jefe de Marvel Studios, Kevin Feige, prometió reducir la cantidad de proyectos para las Fases 5 y 6 del UCM / Foto: marvin.com.mx
La Fase 4 comenzó con buen pie, y en momento adecuado. La primera serie fue WandaVision, estrenada en enero de 2021, en pleno auge de la pandemia de Covid, cuando la gente demandaba más y más entretenimiento casero. La innovara propuesta – que emulaba el formato de las sitcoms clásicas de la pantalla chica- fue bien recibida.
Los problemas vinieron después. Falcon y el Soldado del Invierno (The Falcon and The Winter Soldier), dividió opiniones y fue cuestionada por su irregular ritmo y menos inspirada propuesta. En este punto, la confianza y expectativas de los fans se mantenían.
Con Loki, estrenada a mediados de 2021, Marvel volvió a remontar, quedando claro que el tema del Multiverso sería la columna vertebral de lo que veríamos en los próximos años.
La serie animada What If…?, a pesar de algunos episodios de excelente factura pecaba de cierta desconexión, sin una dirección clara sobre hacia dónde iba la nueva avalancha de productos.
Hawkeye, lanzada en noviembre de 2021, presentaba a un nuevo personaje, Kate Bishop, la nueva y carismática arquera interpretada Hailee Steinfeld. A partir de aquí, las series comenzaron a demandar más y más paciencia de parte de los espectadores.
Moon Knigth, Ms. Marvel y She-Hulk: Defensora de Héroes (She-Hulk: Attorney at Law), todas estrenadas en 2022, poseían una desigual calidad, sobre todo esta última que fue cuestionada por sus fallas de CGI y abuso del humor fácil.
En cuanto a las cintas estrenadas entre julio de 2021 y noviembre de 2022, la situación no fue muy diferente. En términos de taquilla, Black Widow (la despedida de la anterior Viuda Negra, Natasha Romanov), fue el primer patinazo del UCM. El estreno simultaneo en cines y la plataforma Disney Plus, perjudicó sus ingresos.
Aunque a Shang-Chi y la Leyenda de los Diez Anillos (Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings) le fue mejor, no ocurrió lo mismo con Eternals que obtuvo una poco menos que tibia recepción del público.
El punto alto de esta Fase resultó ser Spiderman: Sin camino a casa (Spiderman: No Way Home, 2021), que rompió el letargo en el que permanecían las salas de cine a causa del Covid y llevó de nuevo al gran público a reencontrarse en la oscuridad frente a la pantalla grande. El mayor mérito de la cinta fue apelar a la nostalgia -y menos al interés sobre lo que sería el futuro del UCM-, reuniendo a los tres actores que por más de dos décadas interpretaron el papel del héroe arácnido, logrando una recaudación récord de $1 mil 921 millones.
Las críticas para las tres últimas cintas de esta Fase fueron mixtas y los resultados en taquilla irregulares. Doctor Strange en el Multiverso de la Locura (Doctor Strange in the Multiverse of Madness) y Black Panther: Wakanda Forever probaron que existía un público cautivo.
Pero con Thor: Amor y Trueno (Thor: Love and Thunder), la situación fue nuevamente decepcionante. Si bien no puede calificarse de fracaso en taquilla -tuvo una recaudación de $760,9 millones con un presupuesto de $250-, fue una desmejora en relación al equilibrio entre aventura y humor logrado en Thor: Ragnarok de 2017. En este caso el trabajo del director Taika Waititi despojó al personaje de su epicidad para convertirlo en una parodia digna de Saturday Night Live.