Lucir prendas innovadoras, con colores llamativos y diseños exclusivos es el sueño de muchos de los que adoran la moda y el vestuario. Sin embargo, este anhelo no siempre es inocuo, porque para lograr algunos tintes es necesario el uso de sustancias químicas nocivas, cuyos efectos pueden ser irreversibles para la salud. Por eso, quienes apuestan por el diseño sustentable, han masificado la tendencia del llamado Eco Print.
El impacto ambiental de una linda blusa roja puede ser alto, tanto como para teñir el agua de algunos ríos con extraños colores debido a los desechos que vierten algunas industrias en sus aguas. Algo que poco a poco ha hecho tomar conciencia de lo importante que es recurrir al uso de materiales no contaminantes y amigables con el planeta, lo que en parte ha sido logro de algunas importantes campañas ambientalistas realizadas por entidades como Greenpeace para que grandes marcas de moda se sumen a la tendencia de bajar la huella tóxica.
En esta misma línea, está lo que realizan algunos diseñadores como la argentina Luciana Marrone, quien desde hace más de 10 años se ha dedicado a investigar e implementar tintes naturales para diversas fibras como lana, seda y algodón, entre otras. La profesional, quien acaba de traspasar algunos de sus conocimientos a profesores y alumnos de laEscuela de Diseño de Vestuario y Textiles de la Universidad del Pacífico con su taller Eco Print, comenta que el uso de pigmentos de origen natural en la industria del vestuario y los textiles es hoy, sin duda, una tendencia.
“El uso de pigmentos de origen natural se ha incrementado en las últimas décadas, acompañado por una tendencia mundial hacia los productos naturales, los objetos eco-amigables y el concepto de desarrollo sustentable en diseño”, señala la diseñadora trasandina.
Marrone reconoce que este interés aún es lento en América Latina, aunque paradójicamente estas son técnicas que tienen raíces en nuestros antepasados prehispánicos. “Yo trabajo desde el 2004 con este tipo de tintes y, de acuerdo a mis investigaciones, en Latinoamérica es más lento que en Europa y es más artesanal. Allá he ido a congresos en donde se aprecia este tipo de trabajo. Además tienen desarrollada una industria dedicada directamente a la elaboración de pigmentos naturales e, incluso, en vez de sembrar campos con trigo, se siembran campos con plantas tintóreas con las cuales se fabrican las anilinas que luego se utilizan en el rubro industrial”, comenta.
El uso de tinturas naturales en la industria textil es amplio, porque sirven tanto para el teñido de telas y prendas, como para tejidos tradicionales. En este punto, la especialista argentina valora su utilización por parte de artesanos de tejidos andinos y mapuches, así como la excelente reputación que tienen algunos pigmentos muy propios de nuestra tierra, como es la cochinilla. “Este es un parásito de los cactus que se da especialmente en México, Perú y Chile, y es este último país el que tiene la mejor cochinilla del mundo y que se exporta para cosmética y alimentos incluso”, indica.
Diseño ecológico y exclusivo
Una de las técnicas de teñido que explora y enseña Luciana Marrone es el Eco Print, un procedimiento específico mediante el cual se estampan hojas y flores en telas confeccionadas con fibras de origen natural, aprovechando el pigmento y la forma que ellas mismas poseen.
Para ello, se usan hojas de eucaliptus, nogales, casuarina, azahar, liquidámbar o las que uno encuentre y se preparan con mordientes o fijadores del color. “La idea es experimentar y probar con lo que hay en cada región y con lo que uno puede tener en su propio jardín. Por eso, en la teoría, yo enseño a probar todas las hojas que tienen a su alcance, para detectar cuáles sirven para teñir y cuáles no”, explica la diseñadora.
De este modo, no sólo se da valor agregado a una tela o prenda, o se revalorizan antiguas técnicas de teñido, sino que se asegura un diseño único e irrepetible. El resultado son telas exclusivas, tanto como el tipo de hoja o la distribución que los mismos diseñadores den a sus materiales vegetales sobre la tela antes de envolver, atar y hervir por un par de horas. “Se cocina durante dos horas y después se seca, se abre, se lava, se plancha y ya está lista. Un diseño exclusivo que sale de lo global y repetitivo”, comenta entusiasta la diseñadora argentina Luciana Marrone, en el workshop realizado en la Escuela de Diseño de Vestuario y Textiles de la Universidad del Pacífico.