Kate será la nueva princesa de Gales

Tras la muerte de Isabel II la Casa Real británica está reestructurándose ante una nueva era y, aunque todo está escrito, hay algunas incógnitas por despejar.

El título de Príncipe de Gales, que durante siete décadas ha acompañado al hasta ahora príncipe Carlos, no se hereda de forma automática, es decir, tiene que ser el soberano el que lo otorgue tras su sucesión.

Por tanto, este título, cuya historia y sentido viene ligada a la historia de Gales y a su anexión al reino de Inglaterra en la era del rey Eduardo I, está destinado al príncipe Guillermo, como el primer hijo varón del soberano, Kate se convertiría en princesa de Gales consorte tal y como el rey Carlos III ha manifestado en el primer discurso que ha dado como soberano.

«Me sucede como duque de Cornualles y asume las responsabilidades del ducado de Cornualles que he asumido durante más de cinco décadas.

Hoy me enorgullece nombrarlo Príncipe de Gales, Tywysog Cymru, nación cuyo título he tenido el gran privilegio de llevar durante gran parte de mi vida y de mi deber.

Con Catherine a su lado, nuestro nuevo Príncipe y Princesa de Gales, lo sé, continuarán inspirando y liderando nuestras conversaciones nacionales, ayudando a trasladar lo marginal al centro de atención, donde se puede brindar ayuda vital», han sido las palabras con las que Carlos III ha querido mostrar todo su apoyo a su primogénito y su esposa en esta nueva etapa que van a comenzar.

Previamente en Gales, tal y como lo reflejan medios como Walesonline, se valoraban varias opciones y todas bajo un enfoque positivo.

Por un lado, el que la duquesa de Cambridge se convierta en la nueva princesa de Gales sería una forma de cerrar el círculo, de volver a poner en activo un título que para todos está asociado a Diana, una princesa que cuando murió estaba fuera ya de la Casa Real, porque había firmado su divorcio con el príncipe Carlos.

Esta posibilidad es agridulce, pero práctica, ya que Kate cuenta con los apoyos necesarios y la experiencia suficiente para brillar tras la alargada sombra de Diana. Es más, lleva años luciendo muchos de los símbolos asociados a ella, como el anillo de compromiso de zafiro o las joyas reservadas para los actos de Estado y otros de la máxima relevancia institucional, como la tiara de perlas (Cambridge Lover’s Knot), que recibió Diana de la reina Isabel al casarse con Carlos.

La otra opción es que Guillermo y Kate, por respeto a la figura de Diana, decidieran no poner el título «en circulación», es decir, ella lo tendría, como tiene muchos otros, pero seguiría usando el de duquesa de Cambridge, una opción que resultaría hasta natural después de que Camilla pasara de duquesa de Cornualles a reina consorte, ahorrándose el paso intermedio de princesa de Gales.

El caso claramente no es el mismo, cuando Carlos y Camilla se casaron en el año 2005, resultaba inadecuado que la segunda mujer del heredero (por las circunstancias que rodearon a su historia de amor) asumiera el título de la difunta Diana, es más, ante la oposición de muchos británicos, que incluso se manifestaron tímidamente en las puertas del ayuntamiento de Windsor en contra del matrimonio, la Casa Real británica emitió un comunicado aclarando que Camilla no sería princesa de Gales, aunque, legalmente le perteneciera.

Es una Middleton

Con Kate se abre una nueva etapa, ya que ella es la primera princesa de Gales sin orígenes reales o aristocráticos; no hay que olvidar que Diana nació en la familia Spencer, una de las familias de la nobleza con más linaje del Reino Unido.

Cuando se decidió que Carlos se casaría con Diana era otra época y la joven era la «rosa inglesa» (como la definió Elton John en el día de su funeral, posiblemente el mismo día en el que murió la mujer pero nació el mito) perfecta para el heredero, es decir, una mujer sin pasado.

La Casa Real británica sacó las lecciones de este matrimonio fallido y las nuevas generaciones gozaron de más libertad. Así fue como el príncipe Guillermo conoció a Kate Middleton, mientras ambos estudiaban en la Universidad de San Andrews (Escocia).

Empezaron como amigos y compañeros de piso para después vivir un largo noviazgo en el que el príncipe Guillermo se convirtió en uno más de la familia Middleton, una familia de empresarios de clase media que proporcionó a sus tres hijos las herramientas educacionales, afectivas, sociales y culturales para el papel que ha terminado asumiendo Kate.