Gerard Piqué, de 35 años, ha anunciado este jueves por la tarde que se retira del arcelona y del fútbol. Un adiós que se traduce, como siempre había asegurado “nunca jugaré en otro equipo”, ha repetido el central, en su despedida del deporte profesional.
Lo ha hecho a su manera, en redes sociales y cuando nadie se lo esperaba, dos días después de que su nombre apareciera en la prelista de Luis Enrique para el Mundial de Qatar. “Hace semanas, meses, que mucha gente habla de mí. Hasta ahora no he dicho nada, pero ahora seré yo el que hable”, se arrancó el defensa catalán, en el vídeo que publicó en Twitter.
Piqué estaba pasando las de Caín en el Camp Nou, relegado por Xavi a un papel secundario; pero también en su vida personal, carne de paparazis después de que anunciara su separación de la cantante colombiana Shakira.
Y dijo basta: “El fútbol me lo ha dado todo. El Barça me lo ha dado todo. Vosotros, culés, me lo habéis dado todo. Y ahora que los sueños de aquel niño ya se han cumplido, he decidido que es el momento de cerrar el círculo…”. Su último baile como azulgrana será el próximo sábado ante el Almería en el Camp Nou. Su futuro, seguramente, estará ligado al Barcelona.
Antes de que comenzara la campaña, Xavi Hernández se citó con Piqué. “Creo que es el momento adecuado para que salgas del Barça”, le sugirió el técnico. Compañeros en el Camp Nou durante siete temporadas (de 2008 a 2015), al preparador azulgrana no le gustaba el comportamiento del jugador.
Y le dijo que no entraba en sus planes. Piqué, sin embargo, retó a Xavi. “Podéis traer al mejor central del mundo, que lo sentaré en el banquillo”. El Barcelona invirtió 50 millones de euros en Koundé y fichó a Christensen. Araujo y Eric García, por su parte, adelantaron a Piqué.
Los enemigos del central, en cualquier caso, no solo estaban en la Ciudad Deportiva. Los tenía también en los despachos. “Queremos que desaparezcan esos contratos”, sostuvo Mateu Alemany, director de fútbol del Barcelona, en la última asamblea, en referencia a los elevados sueldos de Piqué, Alba y Busquets.
Piqué siempre había sido claro respecto de su futuro. “Soy el primero que me ofrezco. Si me tengo que ir para que venga sangre nueva, me voy”, subrayó, en 2020, tras el 2-8 frente al Bayern en la Champions.
Al año siguiente, en una entrevista a este periódico, insistió: “No aceptaré retirarme siendo suplente”. En la junta azulgrana no olvidaban las declaraciones del central. “Gerard debería tomarse sus palabras más en serio”, se quejaba un alto directivo del club. Sin el apoyo del cuerpo técnico ni de la directiva, el central tampoco se sentía arropado por el vestuario, más solo desde que Riqui Puig emigró a los Estados Unidos. “Está como ausente, pero nosotros no tenemos ninguna queja con Geri”, explicaba un empleado del Barça.
Este miércoles, la plantilla del Barcelona realizó una cena para fomentar el buen ambiente en el grupo de la que también participó el cuerpo técnico y el director deportivo, Jordi Cruyff. Piqué no comentó a sus compañeros que había tomado la decisión de retirarse. Sí lo sabía Busquets, pero la mayoría de sus colegas se enteraron del adiós del central por las redes sociales. Xavi, por su parte, recibió la noticia de que el central se retiraba a través del área deportiva. “La relación entre ellos era distante”, cuenta un miembro de la dirección deportiva.
Las lesiones de Koundé, Araujo y Christensen, en cualquier caso, promocionaron a Piqué al once. En total, esta temporada ha disputado un total de 554 minutos por los 833 de Eric García, los 823 de Koundé, los 601 de Araujo y los 458 de Christensen.
Pero su mal partido frente al Inter en la Champions (3-3) y un calentamiento displicente ante el Villarreal colocaron al central en el disparadero. De hecho, frente al conjunto amarillo, una parte de la hinchada azulgrana pitó al 3. Xavi, entonces, salió al cruce. “Piqué es un ejemplo en mayúsculas en el vestuario, ni una mala cara, entrena al 100%, se deja la piel, juegue uno o todos los minutos, la gente lo tiene que saber”, dijo el entrenador.
Pero la defensa de Xavi era insuficiente para Piqué. Y su entorno le comenzaba a sugerir que era el momento de decir adiós. El defensa no quería poner en jaque su corona de ídolo azulgrana ni poner en duda su imagen de culé, siempre con la idea en su cabeza de volver al Camp Nou como presidente.
“Soy del Barcelona desde siempre, nací en una familia muy futbolera y muy culé. Desde muy pequeño yo no quería ser futbolista, quería ser jugador del Barcelona. Últimamente, he pensado mucho en aquel niño, en qué hubiera pensado el Gerard pequeño si le hubieran dicho que cumpliría todos sus sueños, que llegaría al primer equipo del Barcelona, sería campeón de Europa, y del mundo. Que jugaría con los mejores de la historia, que sería uno de los capitanes y que haría amigos para siempre”, expuso Piqué en su mensaje de despedida.