Por todos es sabido que el sentido más desarrollado de los perros es el olfato ya que con él, reconocen absolutamente todo lo que les rodea, su nariz es tan importante para ellos como para nosotros la vista.
De hecho, igual está más de lo que nos imaginábamos ya que, según un estudio publicado en la revista Journal of Neuroscience, la visión y el sentido del olfato están conectados en el cerebro de los perros, algo que no se ha encontrado aún en ninguna otra especie.
“Lo más interesante de esta investigación son las conexiones desde la nariz hasta el lóbulo occipital, que alberga el córtex visual”, afirma la neuróloga veterinaria Philippa Johnson, profesora asociada de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Cornell y autora principal del estudio.
Johnson y sus compañeros estudiaron las resonancias magnéticas de los cerebros de 23 perros que mostraron conexiones neurológicas entre el bulbo olfativo, donde se reconocen los olores, y el lóbulo occipital, donde se procesa la visión, un descubrimiento que sugiere que ambos sentidos están integrados de algún modo.
«El olor contribuye a la corteza visual en los perros, pero la experiencia de un perro es difícil de conocer», expresa Johnson en el estudio. «Creemos que pueden utilizar el olor para saber dónde están las cosas».
En el estudio explican que, mientras que cuando los humanos entran en una habitación, utilizan principalmente su sentido de la vista para saber quién está allí o cómo están colocados los muebles, los perros parecen integrar el olor en su interpretación del entorno y su orientación en él.
“Uno de los oftalmólogos del hospital de aquí dice que los dueños traen regularmente a sus perro y, cuando les hace la prueba de la vista, están completamente ciegos, pero los dueños no le creen, literalmente», asegura. «Los perros ciegos actúan con total normalidad. Pueden jugar a la pelota y orientarse en su entorno y no chocan con las cosas”.
Ahora los investigadores quieren ampliar los estudios para examinar los cerebros de otros animales, como los gatos o los caballos, que depende en gran medida del olfato. “La cabeza de un caballo es predominantemente un órgano nasal, pero utilizan el olor de forma diferente a los perros, porque son animales de presa y lo utilizan para alertarse», expresa la autora del estudio. «Así que será interesante ver cómo se integran sus sistemas nasales en su cerebro”.
Se conoce que el sentido del olfato de los perros es mucho más sensible que el de los humanos: el bulbo olfativo del cebero de un perro es unas 30 veces mayor que el de un cerebro humano. “Los perros tienen hasta mil millones de receptores olfativos en la nariz, frente a los cinco millones que tienen las personas”, explica Johnson.
“Ya tenemos indicios de que su visión no es tan aguda y compleja como la humana. Sin embargo, ahora sabemos que el olfato forma parte de su procesamiento visual, por lo que los perros podrían tener una experiencia del mundo completamente diferente a la nuestra”, concluye la autora del estudio.