¿Te ha pasado que en alguna ocasión te parece irresistiblemente encantador ese hombre que te rechaza? Y ¿a quién no? De hecho, las relaciones de pareja son tan complejas, que desafían en muchas ocasiones la lógica. ¿O nunca te pasó que cuando por fin después de meses o años te toma en cuenta, ya no te gusta? O al revés, ese hombre que tanto te persiguió, al fin cuando decides aceptarlo, ya no le interesas. Analicemos juntas las razones.
Misterio. Para todos lo prohibido es lo más tentador, sobre todo cuando significa para ti un misterio. Eso nos intriga y mantiene más atenta nuestra atención. Queremos saber lo que piensa, y lo que hace, en su día a día, y nos hace sentir cada vez más curiosas, provocando ese encantamiento y atracción que sentimos por ese personaje.
Reforzamiento intermitente. Él puede dar signos de amabilidad, o guiños, los que son extremadamente advertidos por nosotras. Eso nos hace sentir realizadas, como si todo el trabajo realizado por conseguir algo de esa persona que nos rechaza, ha surtido fruto, lo que en definitiva nos insta a seguir intentándolo, aun cuando la otra persona puede estar completamente desinteresada en nosotras. Total, nos miró, nos sonrió, “por algo será” ¿o no?.
Nos hacen fantasear. Sumando los puntos anteriores, el que nos rechaza es para nosotras tremendamente atractivo y, además, misterioso. El resultado de ello es un personaje que automáticamente se convierte en el ideal para fantasear, imaginarnos bajo un cuento de hadas con un final feliz. Si ya hasta nos imaginamos las salidas que tendremos juntos.
Son una distracción. Por último, los hombres que nos rechazan pueden significar un pasatiempo ideal para sacarnos de la rutina. El interés será tal, que nos provocará una pasión, y consigo una actividad a realizar siempre y con gusto. Lamentablemente, tal como lo dijimos al comienzo de nuestro artículo, cabe la posibilidad de que consigamos el objetivo, y con ello nos desencantemos al develar su misterio, perdiendo todo el interés.