Un estudio demuestra que la exposición a zonas verdes durante largo tiempo se asocia con cambios positivos en la estructura del cerebro.
Esto quiere decir que los niños que se han criado en hogares rodeados de más espacios verdes tienden a presentar mayores volúmenes de materia blanca y gris en ciertas áreas de su cerebro. De acuerdo con un estudio del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), el Hospital del Mar y la UCLA Fielding School de Salud Pública (EE.UU).
El estudio publicado en la revista Environment Health Perspectives (febrero 2018) muestra por primera vez que la exposición a espacios verdes durante la infancia se asocia con cambios estructurales beneficiosos en la anatomía y la función cognitiva del cerebro.
Estilo de vida de escolares
La investigación enmarcada en el proyecto Breathe y liderado por ISGlobal e impulsado por la Fundación La Caixa. Abarca el historial médico de 253 escolares, cuya exposición a lo largo de su vida a espacios verdes se estimó utilizando imágenes vía satélite de todas las direcciones de los participantes, desde su nacimiento hasta el momento del estudio.
Los investigadores examinaron la anatomía del cerebro por medio de imágenes por resonancia magnética tridimensional (IRM) de alta resolución, y la memoria de trabajo, la falta de atención se evaluaron con test por ordenador.
“Este es el primer estudio que evalúa la asociación entre la exposición a largo plazo a los espacios verdes y la estructura del cerebro”, de acuerdo a lo explicado por el doctor Payam Dadvand, investigador iraní del ISGlobal que trabaja desde hace 9 años en Barcelona y autor principal del estudio.
Análisis de los datos
La investigación mostró que la exposición prolongada al verdor se asoció positivamente con el volumen de materia blanca y gris en algunas partes del cerebro, las cuales se superpusieron parcialmente con las asociadas a puntuaciones más alta en las pruebas cognitivas.
Además, los volúmenes máximos de materia blanca y gris en las regiones asociadas con la exposición a los espacios verdes predijeron una mejor memoria de trabajo y una menor falta de atención.
Hipótesis acertadas
Los investigadores ya sabían que el contacto con la naturaleza es esencial para el desarrollo del cerebro en los niños porque un estudio previo hecho con 2.593 escolares de entre 7 y 10 años mostró que en los 12 meses de duración del estudio los escolares de centros con mayor espacios verdes al aire libre tuvieron mayor incremento en su memoria de trabajo y mayor reducción en la falta de atención que aquellos que asistían a colegios con menos verdor.
La investigación también confirmó que existe un vínculo evolutivo de los humanos con la naturaleza y demuestra que los espacios verdes proporcionan a los niños oportunidades de restauración psicológica y estimulan ejercicios como el descubrimiento, la creatividad y la asunción de riesgos, lo que a su vez influyen positivamente en diferentes aspectos del desarrollo del cerebro.
Por lo tanto, los autores del estudio, aseguran que las áreas verdes a menudo presentan niveles más bajos de contaminación del aire, ruido y pueden enriquecer los aportes microbianos del medio ambiente, lo que podría traducirse en beneficios indirectos para el desarrollo del cerebro.
Finalmente, el estudio ha coincidido en que se requiere más investigaciones para confirmar los resultados en otras poblaciones, entornos y climas, evaluar otros resultados cognitivos y neurológicos para examinar las diferencias según la naturaleza y la calidad del espacio verde, como el acceso y uso a los menores a esos lugares.